
El movimiento de software libre ejemplifica una forma de organización de la producción y la distribución en una economía del conocimiento que se basa en la propiedad común de la innovación, mediante la colaboración libre de los creadores, y la apropiación privada y comercial de las aplicaciones y productos derivados de esa creación. No se trata de abolir la propiedad privada, sino la propiedad de rentistas que bloquean la innovación y la distribución de la riqueza de la humanidad. Es un viejo tema, desde Proudhon. Pero también es un tema fundamental en un mundo en desarrollo donde la batalla en torno a los derechos de propiedad intelectual es la cuestión decisiva para que el planeta comparta la innovación y sus beneficios, en un círculo virtuoso entre los que contribuyen a la innovación como productores y los que la mejoran como usuarios, estén donde estén.
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